Boca no ganó robando una mierda. En la revancha de la final contra el Palmeiras del 2000, nos anulan un gol legítimo de Palermo por una posición adelantada del entonces Vasco Arruabarrena al tirar el centro. En las semis del 2001 entró un morocho a la cancha y desmayó al línea de una patada voladora en la nuca. El partido siguió igual mientras los suplentes calentaban bajo una lluvia de botellas y Bianchi daba directivas desde el palco con la frente llena de sangre del piedrazo que se comió. En la del 2003 fue inapelable, ganamos por escándalo 6 a 0 las semis y 5 a 1 la final. En el 2007 igual, nada que decir, si ganamos la final 5 a 0.
Ahora en cambio, sí podemos decir que en las semis del 2004, nos tuvimos que bancar la atajada de Coudet, las piñas en las costillas de Ameli a Vargas, el patadón de Garcé que fue solo amarilla y la expulsión de Tevez por festejo desmedido.