Feliz cumple D10S!!!

palermito69

Estrella
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Cae del cielo brillante balón,
toda la gente y todo el mundo ve,
una revancha redonda en su pie,
todo el país con él corriendo va
caen las tropas de su majestad,
y cae el norte de la Italia rica,
y el papa dando vueltas no se explica,
muerde la lengua de Joao Havelange

Maradó, Maradó...

Rinoscopía embiste a cualquier
a cualquier quía del poder letal
rinoscopía cuerno de marfil
filoplatino para reventar
Y la champaña que descorchan hoy
guarden los corchos para un bote hacer
que viene el río del hambre y la sed
y ya no hay goles que den de morfar

Maradó, Maradó...

Cuanda se caigan a pedazos las paredes
de esta gran ciudad
Cuando no queden en el aire más cenizas
de lo que será, que será...

Y sigue el Diego, el mejor en lo suyo
si vos los fueras no habría tanto yuyo
y va el cafiolo por el tobogán
va para arriba va riendo, ja!
Y viaja afuera alfombra mágica
alfombra va privada mil millón
todos se empilchan para la ocasión
y esperan alguna miga...ja!
Cuando se caigan a pedazos las paredes
de esta gran ciudad
Cuando no queden en el aire más cenizas
de lo que será, que será...

 
vale 10 palos verdeees
se llama maradonaa!!
y todas las gallinas
le chupan bien las bolas
y cuando va a la cancha
la 12 le agradece todo lo que dieguito se merece
y cuando va a la cancha
la 12 le agradece todo lo que dieguito se merece!
 
Feliz Navidad para todos.

Gracias por tanto, D10S.

Esto encontré que escribió Fontanarrosa cuando la vida de Maradona prendía de un hilo en 2004:

Muy pronto descubrió, que aquello que brillaba en la suela de sus botines de fútbol, era oro en polvo.La televisión informa que Maradona sobrevive horas difíciles en el cuarto piso de la Clínica Suiza-Argentina, de Buenos Aires. Pocas noches atrás caminaba el contorno del campo de Newels, saludando con las manos en alto a un público enfervorizado, luciendo la casaca rojinegra, con su figura hinchada, casi grotesca, obesa. Muchos años antes había mostrado, en ese mismo estadio, la versión más refinada de Maradona, con una delgadez que salvo en su adolescencia nunca tuvo ni volvería a tener, casi inapropiada para la práctica del fútbol.
En aquel fugaz paso por Rosario, su preparador físico personal era Cerrini, el mismo que quedaría envuelto en la sospecha cuando Diego fue sacado del mundial de Estados Unidos, atrapado en un control antidoping. “Me cortaron las piernas”, acusó Diego, dolido, acuñando una de las tantas frases que popularizó en su carrera. Nos la repitió, esa misma noche que quedó afuera de la competencia, cuando un grupo de periodistas del diario Clarín lo encontró inesperadamente en el aeropuerto de Dallas, aprestándose a volver a Boston, marginado. Impensable, en otro sitio que no sea Estados Unidos, encontrar a Diego Maradona tan solo acompañado de un par de asistentes, sin estar rodeado de una multitud de curiosos y aduladores, aún en un aeropuerto desierto a las cuatro de la mañana. La noticia de que el doping que había dado positivo era el de Diego nos había llegado, paradójicamente, desde Buenos Aires, pero con origen en España, país que había vivido un caso parecido con Carlderé en el Mundial 86. Desde Buenos Aires también nos decían que el clima que se vivía en la Argentina era el de un verdadero velatorio, de enorme desazón y abatimiento.
No es ese el clima callejero que vive hoy, al menos, Buenos Aires. Una Buenos Aires por fin fresca, activa, dinamizada por la presencia de miles de turistas. Pero todos los canales de televisión montan guardia frente a la clínica donde está Diego. Maradona, hoy, es el mayor monumento viviente de la Argentina, merecedor de habitar el Parnaso donde moran Carlos Gardel, Juan Manuel Fangio, Perón, Evita, el Che Guevara, Carlos Monzón y unos pocos más. Pero Gardel, que cada día canta mejor, plegó sus alas en Medellín; los cinco títulos mundiales del chueco Fangio ya fueron superados por Schumaher, y Carlos Monzón, por su parte, se mató en un accidente automovilístico a poco de salir de la cárcel.
“Me hubiese gustado verte / Carlitos Gardel, añoso / con todo el pelo canoso / pero tenerte, tenerte” dice el verso popular. Sin embargo, “el bronce que sonríe” cumplió con uno de los requisitos necesarios para que un ídolo popular pase a convertirse, decididamente, en leyenda: morir joven. Como Alberto Olmedo, capocómico de la escena argentina, que se cayó de un balcón altísimo, en circunstancias inexplicables, un verano, haciendo la temporada de Mar del Plata.
Sobre Diego, desde hace tiempo, sobrevuela el fatalismo de la profecía. Sus apariciones públicas, su dicción dificultosa e inconexa, su gordura hiriente, su rostro abotagado, y, fundamentalmente, su reconocida adicción, al parecer nunca superada, marcan un final anunciado. “Gardel - me apuntaba un amigo –nunca tuvo una ideología clara. Le cantaba a los ladrones y a los policías, a los ricos y a los pobres, podía exaltar tanto a los indigentes como a los poderosos. Pero cuando abría la boca para cantar, a uno se le terminaban todos los cuestionamientos que se pudieran hacerle”. Es lo que ocurre con Diego. Ha sido, de todas formas, más coherente que esa versión de Gardel, según mi amigo. Diego ha estado casi siempre enfrentado con el Poder. Con la arrogancia, la desfachatez, y el desparpajo con que se movía en la cancha. Podía hablar contra el presidente de Boca cuando él mismo vestía la casaca xeneize; contra Bush, contra el Papa mismo. Es, no obstante, una masa de energía cargada de susceptibilidad. Sensible como una herida oye, ve y percibe cualquier vibración que le concierna. Como a Terencio “ nada de lo humano le es ajeno” especialmente, si lo humano se refiere a Maradona. Puede demoler a un ignoto periodista de un pasquín intrascendente que osó criticarlo, de la misma forma que pudo enardecerse con la revista El Gráfico. Pero, italiano, calentón, afectuoso, emocional y sanguíneo, no descartemos verlo al poco tiempo en una foto abrazado con esos mismos enemigos a los que juró maldición eterna. A veces parecía que jugaba más por odio que por amor. Jugaba, según sus declaraciones, “para taparle la boca a muchos” o “ para demostrarles a esos otros” o “ para los que hablaron estupideces”. Pero sólo parecía. En definitiva, lo motorizaba un amor propio formidable, una pasión quemante, un orgullo inagotable, un respeto por los futbolistas y un cariño por los suyos, por el fútbol y por la pelota que lo tornaban impecable. Y siempre la pelota, la pelota “que no se mancha” como dijo en su despedida en La Bombonera, cuando la desvinculó de su caída personal, le quitó culpas, la dejó aparte, inmaculada, inocente y redonda.
El fútbol es uno de los pocos orgullos genuinos de los argentinos. Varios políticos han procurado hacernos creer que pertenecemos al Primer Mundo, cuando sabemos que no es así. Pero, paradójicamente, en el fútbol, siempre hemos pertenecido a una elite mundial, aún antes de conseguir títulos mundiales. Allí están Alfredo Di Stefano, Enrique Omar Sívori, Mario Kempes, Gabriel Batistuta para aseverarlo. Y está Diego, el 10. El 10, la nota más alta que no nos sacamos en otras materias. El 10 aceptado por el resto del mundo. Porque poco vale proclamar supremacías si los demás no la aceptan. “Acabo de firmar un importante contrato con Hollywood – anunció alguien- Ahora sólo falta que lo firmen ellos”. En este caso, firmaron todos. Certificaron que Diego, junto a Pelé, fueron los mejores. Y no es casual que uno haya salido de la Argentina y otro del Brasil. Y para un país filtrado por todo tipo de influencias extranjeras, tener un fuerte referente local no es un dato menor. Donde hay orgullo no hay copia. Y los chicos argentinos quieren ser Diego, no Cruyff, o Platiní, aunque admiren a ambos. Además, si alguien no conociera a Maradona, al verlo jugar sabría que es argentino. Porque Batistuta, por rubio, por sus ojos claros, por noble, por fuerte, por frontal, bien podría ser alemán o belga. Pero Diego no. Reunía, superlativamente, lo mejor de las condiciones reconocidas en el jugador rioplatense clásico; más habilidad que fuerza, más talento que enjundia, más técnica que empecinamiento. Ahora Diego, el seductor intuitivo de risa fácil y contagiosa, el triunfador de origen humilde que se pavoneaba con restallantes camisas de Versace, nos tiene a todos con el corazón en un puño, sostenida su vida por un corazón artificial. La tiene difícil, por cierto. Pero es Diego. No lo den por vencido ni aun vencido. Recuerden que humilló al pirata inglés dejando a varios de ellos despatarrados por el piso. Recuerden que demostró que la mano es más rápida que la vista. Y que salía entre cuatro con el balón pegado a su zurda mágica, y sacando la lengua, como burlándose. Recuerden eso.
 

DarioR

Reserva
Gracias por el fútbol y por ser de Boca, maestro. Un millón de gracias.

Vale diez palos veeeeeerdeeeeees...
 

chicho90

Juvenil
gracias diego, por hacer la tuya y nunca perder el barrio, mas alla de todos los conchetos refinados qe te critican, con el balon no dejaste ninguna duda!
 

Luqa.Mendoza

Reserva
Ojalá hubiera podido ver al Diego y a Argentina campeón.
ESE FUE EL MÁS GRANDE, EL DIEGO ARMANDO MARADONA LOCO. jajajaja.
Feliz cumple Diego!
 

Excalibur.

Suplente
Feliz cumpleaños Diegote...

Una perlita. Año 91

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VillaLugano

Suplente
gracias señor 10 por todo el amor que me diste en la vida, gracias por el amor que compartimos con mis abuelos y con mi vieja que seguro te mira desde el cielo, gracias por los goles, gracias por salir campeon, gracias por ser bostero, gracias por los huevos.

nunca te vamos a olvidar, siempre estaras en nosotros y siempre con la frente en alto.
 

SebaCABJ12

Juvenil
Jamás voy a olvidar el partido contra Argentinos Juniors en la Bombonera. Ver a D10S salir del tunel con la 10 y la cinta de capitán fue enorme. Tenía 15 años yo, era el gusto de mi vida, mi viejo lloraba al lado mio, recien ahi lo entendí cdo me hablaba del Diego. Y despues hizo un gol, y verlo salir corriendo a gritarlo, treparse al alambrado. Me dan ganas de llorar ahora, de las alegrias mas grandes q me dio Boca..

Gracias DIOS POR DIOS, Feliz cumple Diegote, te vamos a amar INCONDICIONALMENTE toda la vida.
 
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