Me acordaba de estas semis y buscando encontré esta nota...
SEMIFINALES: BOCA 2 - AMERICA DE CALI 0
"De la emoción me olvidé de bailar"
Carlitos Tevez tuvo una noche espectacular. Enloqueció al América, liquidó el partido con un golazo y lo disfrutó como un hincha más.
Hay que ser muy crack para sacar ese zurdazo medido que deja flotando al arquero y hace volar de felicidad a todos los hinchas de Boca que quieren tirarse hasta de la tercera bandeja para darle un abrazo y un beso, para sacarlo de ahí y cuidarlo, y ponerlo en la mesita de luz, entre algodones, por favor alfombren los pisos y tapicen todas las paredes, que nadie lo toque. Hay que ser muy crack para hamacarse, sacarse de encima al defensor, echarle un vistazo al segundo palo y a ese clon de Córdoba —hasta en el buzo blanco y negr0— que intenta ser Robinson Zapata y dejarlo como Robinson Crusoe, desolado, en una isla de impotencia.
Y Carlos Tevez es muy crack. Por eso es capaz de hacer ese gol, como es capaz de abrir las piernas para que un defensor rival se lleve puesta la pelota y casi la meta en contra, y de hacerle perder la tranquilidad al inmutable capitán Vargas hasta que lo amonestan, y de meter un tacazo atrás que de milagro no es gol del Chelo Delgado, y de volver loco a Bustos hasta que lo echan. Tan crack es que grandes y chicos se aglomeran a su alrededor; hinchas, periodistas, alcanzapelotas que hasta hace poquito compartían con él las Inferiores y hasta jugadores colombianos que lo interrumpen porque quieren su camiseta. Tan distinto es que logra lo que nunca: que Carlos Bianchi se desvíe de su camino habitual, siempre derechito al túnel, se le acerque y le acaricie la cabeza mientras él habla en medio del revuelo: "Este es uno de los goles más importantes de mi carrera. Y encima lo hice con la zurda, la pierna lesionada. Tenía unas ganas terribles de jugar este partido, no podía creer la mala suerte de haberme lesionado. Por eso me entrené en doble turno. Me salió el partido soñado y estoy contento por el equipo".
Hay que ser muy hombre para pedirla cuando van 44 minutos y acaban de volar patadas, manotazos, insultos y tres tarjetas rojas, cuando América se aferra a ese gol abajo que ya dio vuelta contra riBer una vez en Cali, cuando la gente quiere linchar a Epifanio González y promete que los de camiseta roja no se van. Hay que ser muy hombre para salir del área con un colombiano abrochado a la espalda, para descomprimir la presión a la que someten a Villarreal y pegar ese grito que no admite discusiones: "¡Dámela, dale, dale!"
Y Carlos Tevez es muy hombre, por más que algunos sigan diciéndole Carlitos, amparados en un documento que dice que tiene apenas 19 años. Tan hombre es que muestra la pelota, la amasa y sigue. No se esconde. Y no se deja llevar por la euforia: "El resultado es importantísimo, puede ser fundamental, pero hay que ir a jugar como si estuviéramos 0-0", reflexiona, maduro, ya subido al auto familiar con papá, mamá, todos los hermanos y, de yapa, dos amigos en el baúl.
Hay que ser muy hincha para angustiarse así, para tener el corazón a mil, furioso, esperanzado y ansioso a la vez, para desesperarse porque los segundos se van y la pelota no llega, para jugarse en el último intento, para pedirles a las piernas cansadas y golpeadas un último esfuerzo, para rogar por un último rapto de lucidez que le dé paso a la felicidad en ese minuto 44, cuando falta tan poco para el final.
Y Carlos Tevez es muy hincha. "Me faltó el pasito de siempre en el festejo porque me superó la emoción. Y me olvidé de bailar. La gente de Boca me emociona porque no puedo olvidarme de que hasta hace muy poco yo estaba ahí, en la tribuna". Y por eso, para estar cerca de la gente, su gente, fue que se trepó al alambrado a gritar por Boca. Como crack que es. Como hombre con corazón de niño. Y como hincha, claro. Como hincha.
Diario Olé, Jueves 12 de junio de 2003
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Qué grande Carlitos. Un Ídolo