La última escena del combate que metio casi 10.000 almas en el Luna Park fue una pintura perfecta. Alejandra Oliveras, Locomotora, intentando el último golpe a todo o nada, tan frontal como abajo del ring, a puro ovario. Marcela Acuña, Tigresa, felina, zafando una vez m s de su n‚mesis, paladeando esta noche que soño durante exactos 11 años, cuando se animo a desafiar a la yanqui Christy Martin, sac ndoles la lengua a los miserables que la ningunearon, aprendiendo que en el boxeo hay que ganar arriba y abajo del ring.
Cuando sono la campana final, la decepcion pintada en el rostro de Oliveras y la sonrisa que le explotaba a Acuña hac¡an casi inútiles las tarjetas. Alguna dadivosa, como la del jurado venezolano Jesús Cova (98-91), otra avara como la del panameño Gustavo Padilla (95-94). La del mexicano Miguel Acuña se asemejo a la de Ol‚ (97-93).
Tras una noche que se alargo demasiado, entre notas, cena a las apuradas y la adrenalina circulando, con su marido y gu¡a Ramon Chaparro decidieron tomarse un ratito de novios entre tanta locura y se animaron a un helado. No era la plaza San Mart¡n de Formosa, pero s¡ su homonima porteña.
All¡, donde Florida deja de ser peatonal, Marcela, bella y casi sin marcas de la faena, se saco un gusto postergado durante cuatro meses: un vasito de frutos del bosque y crema tramontana. "La verdad es que estoy en una nube, todav¡a. Por fin se termino todo, me saqu‚ una bronca de dos años y una responsabilidad muy grande", aseguro deleit ndose con cada cucharita de helado.
-¿Por qu‚?
-La bronca es porque desde aquella vez en Bailando por un sueño tuve que bancarme su desaf¡o, que me dijera que me iba a ganar y no s‚ cu ntas cosas m s. No me olvido de eso, aunque ahora se hac¡a la buena y dec¡a que me admiraba. Y la responsabilidad era porque yo sab¡a que era la favorita y ten¡a que ganar, pero adem s hab¡a mucha gente que confiaba en m¡, mis hijos Josu‚ y Maxi, la familia, los amigos, los hinchas a los que no pod¡a fallarles de ninguna manera.
-¿La noche salio como la hab¡an planeado?
-S¡, tal cual como esper bamos. Siempre dijimos que ten¡amos varios planes. El primero era ver si la sacaba en el primer cruce, como a Patricia Quirico. Sal¡ a ver si la pod¡a enganchar, pero ella se movio a un costado. Entonces me dediqu‚ a medirla, bien cubierta, para ver como entraba. En el segundo round ya le tom‚ el tiempo. Cuando tiraba la derecha, la pasaba y pum! Y en el quinto la encontr‚ perfecta.
-¿Qu‚ sentiste?
-Ahhhh... Tanto hablaban que ella pegaba m s, pero yo la puse en el piso. Con el primer cross la conmov¡. Y el segundo se lo pego atr s de la cabeza porque ella queda dada vuelta. Pens‚ que no se levantaba. Y despu‚s la tuve sentida en el s‚ptimo...
-¿La notaste tan dura como esperabas?
-Reconozco que vino al frente y dejo todo. Pero no le sent¡ las manos. Hasta me arriesgu‚ en un par de cruces a ver qu‚ pasaba y nada. "¿Esa es la pegadora?", me preguntaba durante la pelea. Despu‚s me lo tuve que bancar a Ramon y a (Jorge) Ocampo, dici‚ndome que no arriesgara y boxeara. Pero sab¡a lo que hac¡a. Hab¡amos dicho que ganaba la m s t‚cnica e inteligente. Y as¡ fue.
-¿Sueño cumplido?
-S¡. Me queda el orgullo de decir que cerr‚ una parte importante de mi vida. Ahora me falta solo una cosa m s para colgar los guantes: una velada solo de chicas. Mostramos que podemos llenar el Luna. Locomotora, la Tuti Bopp, Chapita Guti‚rrez son muy buenas boxeadoras. Ese es mi sueño: nosotras peleando en el ring y los caballeros, abajo, aplaudiendo.