Mouras, diez y seis años sin el último rom ntico
Voy a seguir intent ndolo, voy a seguir..." repet¡a Roberto Mouras, mientras miraba desconsolado a su Chevrolet tras su temprano despiste en el semipermanente de San Lorenzo. Aquel 8 de noviembre de 1992 no hab¡a sido su primer susto de año. Unas semanas antes, la tension acompaño esos segundos que parecieron eternos desde que el Chevrolet se fue de largo en la curva peraltada de Nueve de Julio hasta que se vio salir caminando e ilesos a Mouras y su acompañante Amadeo Gonz lez. "Est s arriesgando demasiado Roberto" le recordaron ante el nuevo incidente. "Tengo que ganar un campeonato con el "Chivo" y voy a darlo todo" respondio sin inmutarse.
Nacido el 16 de febrero de 1948 en Moctezuma, una localidad cercana a Carlos Casares, Mouras asomo al automovilismo en el Turismo a fines de los 60. El inicio de los 70 lo vio sumarse Turismo Carretera. Torino fue la marca de su debut, Dodge, la que le dio sus tres t¡tulos (1983,1984 y 1985), Ford la que enfrento en una sana rivalidad y Chevrolet, la de sus m s grandes victorias,como aquella serie de seis consecutivas en 1976 con el recordado 7 de Oro. Por eso ganar un titulo con el "chivo" era la gran deuda pendiente que Mouras ten¡a con su orgullo en ese 92 donde la carta de Ford era Oscar Avent¡n..
Aquel domingo 22 de noviembre de hace diez años en Lobos, Mouras participaba apartado del grupo central de la reunion de pilotos. Sin quererlo, marcaba las diferencias de filosof¡a de vida con sus colegas. Sin imaginarlo, anticipaba esa cercana despedida. Esa misma que se desato en al 10¦ vuelta de la final, cuando su "chivo" en punta rompio una goma delantera e inicio una descontrolada cabriola que termino con el seco golpe contra el temible talud de tierra. Todos intuyeron el tr gico final con ese significativo silencio que solo irrumpio un aplauso a modo de homenaje cuando la noticia de su muerte tomo forma oficial. La agon¡a de su acompañante Gonz lez duro dos d¡as.
16 años se cumple mañana de la muerte de Roberto Jos‚ Mouras. Un tiempo que consolido su figura de ¡dolo, tal vez m s que en vida. Y eso que no era el prototipo de ¡dolo. Hablaba poco, no se mostraba mucho, detestaba las pol‚micas y nunca se le escucho un insulto o una frase estridente. Hacia lo que ten¡a que hacer donde lo tenia que hacer sin exhibicionismo. Nada que ver con este tiempo donde teñirse el pelo o decir barbaridades asegura trascendencia por encima de los m‚ritos deportivos. Por eso Jorge Pedersoli, quien como pocos conocio a Roberto, asegura que "por su forma de ser Roberto no se hubiese adaptado a estos tiempos de alto profesionalismo. El era un rom ntico de las carreras." El último rom ntico.
Miguel Angel Sebasti n
Fuente Diario Clarin