soybosterito
Juvenil
Ovacionado antes de jugar, Fabbiani debuto en riBer con sus kilos y su talento de m s. "Hay que aprender de Boca, que gana cagando", saco pecho. Idolo total.
Hay que ser ¡dolo, realmente, para ser ¡dolo sin haber jugado. Para que la agrupacion Mujeres de riBer repartiera, antes del partido, 200 vinchas con las antenas (orejas) del enorme Shrek. Para que se viera a un hincha, en el playon interno de la platea San Mart¡n, disfrazado (de ilusion) con un traje de ese Ogro que ni siquiera ser¡a titular. Para que el Monumental, en definitiva, últimamente tajeado de derrotas, de fastidio, de desazon, se quedara afonico al cantar por un jugador: Cristian Fabbiani. El que se fue de un club y dejo plantado a otro. El que se prometio que jugar¡a en riBer, y en riBer, ahora s¡, ya jugo. El que divirtio, y se divirtio, con un taco en la primera pelota que rozo. El que mato, en el minuto 90, un centro con el b¡ceps izquierdo, el que pateo, el que obligo a que el arquero Don atajara una vez m s y Buonanotte sellara el necesitado 1-0. "Hace mucho que estoy luchando por esto. Es un sueño", se descargo Fabbiani, la voz cansada, luego de su primer partido en riBer. El primero, s¡. El que muchos, demasiados, soñaban.
Gorosito hab¡a dicho en la semana que el ex Newell's est para jugar, apenas, diez minutos. Pues bien: Fabbiani entro a los 15' del segundo tiempo. La urgencia, el provisorio 0-0 ante Nacional, pudo m s, mucho m s, y entonces Pipo le dijo que se pusiera la innegociable camiseta. "Ogro, Ogro... ol‚, ol‚, ol‚, ol‚...", grito el estadio, sumido antes en un aburrido silencio, apenas algunos minutos despu‚s de que los Borrachos del Tablon cantaran lo que solo le cantan a los ¡dolos: "Atencion, atencion... Fabbiani te saludan los Borrachos del Tablon... Atencion, atencion...". Y el Ogro entro, con sus 102 kilos (¿no le convendr¡a que riBer juegue con la camiseta negra, as¡ disimula?) y una ilusion. Al hombre que se crio en Lanús lo ovacionaron por todo. Por pararla de pecho en el rea, a los 21 minutos, y patear (muy) por arriba del travesaño. Por bajar hasta la mitad de la cancha, recuperar una pelota y salir jugando con otro taco. Por aguantarla en el rea luego de un tiro libre de Rosales y dej rsela dormida a Augusto, que le pego mal. Por cabecear, liviano, a los guantes de Don. Por imantar la pelota en la jugada del gol. Por terminar el partido pisando la bocha, acarici ndola, a lo baby fútbol, hasta que un jugador de Nacional se hastio y lo dejo tirado, golpeado, ya en el final de la noche que tanto hab¡a anhelado. "Hay que aprender de Boca, que gana cagando", hasta saco pecho, valiente verbal, alimentando aún m s el cariño de los hinchas, engordando todav¡a m s su propia figura. Y no es chiste. Porque lo de Fabbiani, no hay dudas, fue gigante. Enorme.
Hay que ser ¡dolo, realmente, para ser ¡dolo sin haber jugado. Para que la agrupacion Mujeres de riBer repartiera, antes del partido, 200 vinchas con las antenas (orejas) del enorme Shrek. Para que se viera a un hincha, en el playon interno de la platea San Mart¡n, disfrazado (de ilusion) con un traje de ese Ogro que ni siquiera ser¡a titular. Para que el Monumental, en definitiva, últimamente tajeado de derrotas, de fastidio, de desazon, se quedara afonico al cantar por un jugador: Cristian Fabbiani. El que se fue de un club y dejo plantado a otro. El que se prometio que jugar¡a en riBer, y en riBer, ahora s¡, ya jugo. El que divirtio, y se divirtio, con un taco en la primera pelota que rozo. El que mato, en el minuto 90, un centro con el b¡ceps izquierdo, el que pateo, el que obligo a que el arquero Don atajara una vez m s y Buonanotte sellara el necesitado 1-0. "Hace mucho que estoy luchando por esto. Es un sueño", se descargo Fabbiani, la voz cansada, luego de su primer partido en riBer. El primero, s¡. El que muchos, demasiados, soñaban.
Gorosito hab¡a dicho en la semana que el ex Newell's est para jugar, apenas, diez minutos. Pues bien: Fabbiani entro a los 15' del segundo tiempo. La urgencia, el provisorio 0-0 ante Nacional, pudo m s, mucho m s, y entonces Pipo le dijo que se pusiera la innegociable camiseta. "Ogro, Ogro... ol‚, ol‚, ol‚, ol‚...", grito el estadio, sumido antes en un aburrido silencio, apenas algunos minutos despu‚s de que los Borrachos del Tablon cantaran lo que solo le cantan a los ¡dolos: "Atencion, atencion... Fabbiani te saludan los Borrachos del Tablon... Atencion, atencion...". Y el Ogro entro, con sus 102 kilos (¿no le convendr¡a que riBer juegue con la camiseta negra, as¡ disimula?) y una ilusion. Al hombre que se crio en Lanús lo ovacionaron por todo. Por pararla de pecho en el rea, a los 21 minutos, y patear (muy) por arriba del travesaño. Por bajar hasta la mitad de la cancha, recuperar una pelota y salir jugando con otro taco. Por aguantarla en el rea luego de un tiro libre de Rosales y dej rsela dormida a Augusto, que le pego mal. Por cabecear, liviano, a los guantes de Don. Por imantar la pelota en la jugada del gol. Por terminar el partido pisando la bocha, acarici ndola, a lo baby fútbol, hasta que un jugador de Nacional se hastio y lo dejo tirado, golpeado, ya en el final de la noche que tanto hab¡a anhelado. "Hay que aprender de Boca, que gana cagando", hasta saco pecho, valiente verbal, alimentando aún m s el cariño de los hinchas, engordando todav¡a m s su propia figura. Y no es chiste. Porque lo de Fabbiani, no hay dudas, fue gigante. Enorme.