FELIZ CUMPLE DIEGO ARMANDO MARADONA !!!!!

FRAN_10

Idolo
cita:Originalmente enviado por bostero_sureño_10

Me llego el mail de la cena que arma la gente de la iglesia Maradoniana...

Dijieron que la idea era que Diego este en la cena pero no se sabia.

MUERO POR ESTAR EN LA IGLESIA DE D10S !!!
 
QUERIDO FRAN , D10S NACIO EN EL ï60.


Erase una vez el Olimpo.
Habia nueve dioses.
Bellos poderosos,
algunos crueles,
otros bondadosos.

Zeus, el dios padre,
surgido de la nada
-tal vez del infinito-,
miraba con distancia
a sus hijos.

Sintio pena.
cada uno de ellos,
absortos en su propias destrezas.
Si, penso.
Los dioses tambi‚n tiene miserias.

Ya viejo y cansado,
Zeus se pregunto: - qu‚ he hecho?
tantos mortales venerando seres imaginarios!

Si solo supieran
que basto un bostezo
para que surgieran.

Si solo supieran
que nada les costo.

Si solo supieran
que su naturaleza, nada propio les prodigo.

Son solo el antojo
de un dios que vino de la nada,
y que de la nada se hizo dios.

Estoy viejo -reflexiono-.
Ya es tarde, o quiz s no.

Por qu‚ he desdeñado
el alma del hombre?
es imperfecto, si
pero conoce el amor.

Como ser¡a un dios
que de huesos naciera?
Como ser¡a un dios
que despierte pasion?

Eso no es posible, -penso-
Los dioses los creo yo.

Reclinados sobre los brazos de la luna,
Zeus por primera vez lloro.

Y quiz s entoces,
la nada o el infinito,
el padre del padre
que todo lo creo,
quizo que sus l grimas cayeran
sobre unos mortales,
pobres, humildes,
envueltos en amor.

Paso el tiempo,
y de la fusion de sus l grimas
y huesos mortales,
all  lejos,
en los prados pobr¡os
un niño inquieto nacio.

-Como he de llamarlo?
Se llamara el "10", el hijo de dios.

Y en ese instante, la luna,
piadosa y guerrera,
A Zeus su historia le recordo:
"Tienes hijos bellos y poderosos,
algunos crueles,
otros bondadosos",
pero todos hijos
de tu bostezo creador.
d‚jalo que crezca
entre huesos y amor.

Y volvio a pasar el tiempo.
Y un d¡a,
all  en el prado pobr¡o,
un niño inquieto
jugando llego.

A la casa del padre,
all  en el olimpo,
encontro la pelota,
y al potrero volvio.

Y al hacerlo,
detenido en el tiempo,
cual hijo de dios,
una gambeta
al Olimpo lanzo.

9 dioses preguntaron
-quien eres?-
Soy el "10"
y Zeus sonrio.-



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NAPOLES
 

FRAN_10

Idolo
El eterno Diez eres tú, Diego Armando.
Lo eres y lo ser s por siempre.
Nacer n otros, y muy buenos,
pero ninguno como Tú,
nadie podr  igualarte nunca, ni hacerte sombra.

En el campo derrochabas magia,
yo todav¡a era un cr¡o,
apenas he podido verte jugar
y sin embargo te considero mi ¡dolo.

He le¡do bien tu libro
y se bastante sobre tu vida,
no lo has tenido f cil,
la droga ha estado cerca de acabar contigo,
pero te has podido levantar, y ahora te est s recuperando...
Yo s‚ que no te vas a rendir,
porque como dir¡a aquel paisano tuyo al que llevas tatuado en el brazo:
"HASTA LA VICTORIA SIEMPRE"
 
LA OCTAVA MARAVILLA



SEñOR DIOS DEL UNIVERSO
DE MI CONSIDERACIóN:
APROVECHO LA OCASIóN
Y LE DIGO EN ESTE VERSO,
QUE MI FE EN USTED REFUERZO
CON SINCERA DEVOCIóN,
Y LE OFREZCO UNA ORACIóN
EN LA QUE MUESTRO MI AGRADO
POR EL TURNO QUE ME HA DADO
EN SU DIVINA CREACIóN.

PUES NO ENVIDIO A LOS CALDEOS
QUE SALíAN DE SUS CASAS
Y OBSERVABAN LAS TERRAZAS
QUE NABUCO, EN SU APOGEO,
CONSTRUYó COMO UN TROFEO
PARA SU ESPOSA Y AMANTE,
VEGETACIóN ABUNDANTE
QUE EN BABILONIA BRILLó
Y QUE EL MUNDO CONOCIó
COMO JARDINES COLGANTES.

TAMPOCO ENVIDIO Y RENIEGO
POR AQUELLOS QUE ADORARON
Y EN OLIMPIA CONTEMPLARON
LA ESTATUA DE ZEUS, DIOS GRIEGO.
ESCULTURA QUE NO NIEGO
PUES HACERLO SERíA EN VANO,
HECHA POR FIDIAS, A MANO,
CON ORO PURO Y MARFIL,
QUE RECIBIó TRATO HOSTIL
DE FANáTICOS CRISTIANOS.

Y TAMPOCO LLORIQUEO
POR NO HABER NACIDO EN CARIA
Y EN EL ASIA MILENARIA
NO HABER VISTO EL MAUSOLEO,
MáS QUE TUMBA, UN COLISEO,
CON LUJOS Y FINOS TRAZOS,
QUE INAUGURó EN ESTE CASO
CON POMPAS Y PROTOCOLO
LA VIUDA DEL REY MAUSOLO
EN LA ANTIGUA HALICARNASO.

TAMPOCO ME DESESPERO
POR NO PODER NAVEGAR,
Y EN EL EGEO ADMIRAR
COMO HICIERAN MIL VIAJEROS,
LA ESTATUA DE CUERPO ENTERO
QUE AL DIOS SOL HOMENAJEABA,
Y EN EL MAR SE RECORTABA
CUIDANDO A LA GRECIA TODA,
EL GRAN COLOSO DE RODAS
QUE AQUEL PUERTO DOMINABA.

SI EN GRECIA YO NUNCA HE ESTADO,
Y MENOS ANTES DE CRISTO,
TAMPOCO PUDE HABER VISTO
AQUEL GRAN TEMPLO SAGRADO...
MONUMENTO CONSAGRADO
A UNA DEIDAD DE RENOMBRE
CONOCIDA CON DOS NOMBRES:
ARTEMISA, TAMBI￾N DIANA,
LA DIOSA GRECORROMANA
ADORADA POR LOS HOMBRES.

SIGUIENDO CON LO DESCRIPTO,
TAMPOCO ANDUVE EN EL NILO...
SIN EMBARGO ESTOY TRANQUILO
Y A MI IDEA SIGO ADSCRIPTO.
AUNQUE NO DUDO, EN EGIPTO,
EN OTROS TIEMPOS SERíA
UNA INNEGABLE ALEGRíA
POR SUS COSTAS NAVEGAR,
Y ADMIRADO CONTEMPLAR
EL FARO DE ALEJANDRíA.

Y AUNQUE QUEDEN TODAVíA
LAS PIRáMIDES EN PIE,
A LA CIUDAD DE GIZEH
NO CREO LLEGAR UN DíA.
TODA AQUELLA ARQUEOLOGíA
LEJANA EN EL PLANISFERIO,
FUE UN íCONO DEL IMPERIO
DE REYES Y FARAONES,
Y HOY LA VISITAN MILLONES
CURIOSOS DE SU MISTERIO.

PERO A Mí, NO ME INTERESA...
ESTOY MáS QUE SATISFECHO.
NO SIENTO NINGéN DESPECHO
POR PERDERME ESA BELLEZA.
LA MADRE NATURALEZA
HIZO BROTAR MI SEMILLA
EN ESTA SUREñA ORILLA
DE CRIOLLOS Y FORáNEOS,
DONDE SOY CONTEMPORáNEO
DE LA OCTAVA MARAVILLA.

NO HABR￾ VISTO MAUSOLEOS
PIRáMIDES NI COLOSOS,
NI JARDINES FABULOSOS
NI TEMPLOS EN SU APOGEO.
NO ANDUVE EN EL MAR EGEO
NI CERCA, NI POR LA ZONA,
PERO GOLES Y RABONAS
INUNDARON MIS RETINAS
PORQUE NACí EN ARGENTINA
Y LO HE VISTO A MARADONA.
 
ME VAN A TENER QUE DISCULPAR

DE EDUARDO SACHERI


Me van a tener que disculpar. Yo s‚ que un hombre que pretende ser una persona de bien debe comportarse según ciertas normas, aceptar ciertos preceptos, adecuar su modo de ser a determinadas estipulaciones convenidas por todos. Seamos m s expl¡citos. Si uno quiere ser un tipo coherente debe medir su conducta, y la de sus semejantes, con la misma e id‚ntica vara. No puede hacer excepciones, pues de lo contrario bastardea su juicio ‚tico, su conciencia cr¡tica, su criterio leg¡timo.
Uno no puede andar por la vida reprobando a sus rivales y disculpando a sus amigos por el solo hecho de serlo. Tampoco soy tan ingenuo como para suponer que uno es capaz de sustraerse a sus afectos y a sus pasiones, que uno tiene la idoneidad como para sacrificarlos en el altar de una imparcialidad impoluta. Digamos que uno va por ah¡ intentando no apartarse demasiado del camino debido, tratando de que los amores y los odios no le trastoquen irremediablemente la logica.
Pero me van a tener que disculpar, señores. Hay un tipo con el que no puedo. Y ojo que lo intento. Me digo: no puede haber excepciones, no debe haberlas. Y la disculpa que requiero de ustedes es todav¡a mayor, porque el tipo del que hablo no es un benefactor de la humanidad, ni un santo varon, ni un valiente guerrero que ha consolidado la integridad de mi patria. No, nada de eso. El tipo tiene una actividad mucho menos importante, mucho menos trascendente, mucho m s profana. Les voy adelantendo que el tipo es un deportista. Imag¡nense, señores. Llevo escritas doscientas sesenta y tres palabras hablando del criterio ‚tico y sus limitaciones, y todo por un simple caballero que se gana la vida pateando una pelota. Ustedes podr n decirme que eso vuelve mi actitud todav¡a m s reprobable. Tal vez tengan razon. Tal vez por eso he iniciado estas l¡neas disculp ndome.
No obstante, y aunque tengo perfectamente claras esas cosas, no puedo cambiar mi actitud. Sigo siendo incapaz de juzgarlo con la misma vara con la que juzgo al resto de los seres humanos. Y ojo que no solo no es un pobre muchacho saturado de virtudes. Tiene muchos defectos. Tiene tal vez tantos defectos como quien escribe estas l¡neas, o como el que m s. Para el caso es lo mismo. Pese a todo, señores, sigo sinti‚ndome incapaz de juzgarlo. Mi juicio cr¡tico se detiene ante ‚l, y lo dispensa.
No es un capricho, cuidado. No es un simple antojo. Es algo un poco m s profundo, si me permiten calificarlo de ese modo. Ser‚ m s expl¡cito. Yo lo disculpo porque siento que le debo algo. Le debo algo y s‚ que no tengo forma de pag rselo. O tal vez ‚sta sea la peculiar moneda que he encontrado para pagarle. Digamos que mi deuda halla sosiego en este h bito de evitar siempre cualquier eventual reproche.
l no lo sabe, cuidado. As¡ que mi pago es absolutamente anonimo. Como anonima es la deuda que con ‚l conservo. Digamos que ‚l no sabe que le debo, e ignora los ingentes esfuerzos que yo hago una vez y otra por pagarle.
Por suerte o por desgracia, la oportunidad de ejercitar este h bito se me presenta a menudo. Es que hablar de ‚l, entre argentinos, es casi uno de nuestros deportes nacionales. Para enzalzarlo hasta la estratosfera, o para condenarlo a la parrilla perpetua de los infiernos, los argentinos gustamos, al parecer, de convocar su nombre y su memoria. Ah¡ es cuando yo trato de ponerme serio y distante, pero no lo logro. El tamaño de mi deuda se me impone. Y cuando me invitan a hablar prefiero esquivar el bulto, cambiar de tema, ceder mi turno en el  gora del caf‚ a la tardecita. No se trata tampoco de que yo me ubique en el bando de sus perpetuos halagadores. Nada de eso. Evito tanto los elogios superlativos y rimbombantes como los dardos envenenados y traicioneros. Adem s, con el tiempo he visto a m s de uno cambiar del bando de los inquisidores al de los plañideros aplaudidores, y viceversa, sin que se les mueva un pelo. Y ambos bandos me parecen absolutamente detestables, por cierto.
Por eso yo me quedo callado, o cambio de tema. Y cuando a veces alguno de los muchachos no me lo permite, porque me acorrala con una pregunta directa, que cruza el aire llevando espec¡ficamente mi nombre, tomo aire, hago como que pienso, y digo alguna sandez al estilo de ®y, no s‚, habr¡a que pensarlo¯; o tal vez arriesgo un ®vaya uno a saber, son tantas cosas para tener en cuenta¯. Es que tengo demasiado pudor como para explayarme del modo en que aqu¡ lo hago. Y soy incapaz de condenar a mis amigos al torrido suplicio de escuchar mis argumentos y mis justificaciones.
Por empezar les tendr¡a que decir que la culpa de todo la tiene el tiempo. S¡, como lo escuchan, el tiempo. El tiempo que se empeña en transcurrir, cuando a veces deber¡a permanecer detenido. El tiempo que nos hace la guachada de romper los momentos perfectos, inmaculados, inolvidables, completos. Porque si el tiempo se quedase ah¡, inmortalizando a los seres y a las cosas en su punto justo, nos librar¡a de los desencantos, de las corrupciones, de las infinitas traiciones tan propias de nosotros los mortales.
Y en realidad es por ese car cter tan defectuoso del tiempo que yo me comporto como lo hago. Como un modo de subsanar, en mis modestos alcances, esas barbaridades injustas que el tiempo nos hace. En cada ocasion en la cual mencionan su nombre, en cada oportunidad en la cual me invitan al fest¡n de adorarlo y denostarlo, yo me sustraigo a este presente absolutamente profano, y con la memoria que el ser humano conserva para los hechos esenciales me remonto a ese d¡a, al d¡a inolvidable en que me vi obligado a sellar este pacto que, hasta hoy, he mantenido en secreto. Un pacto que puede conducirme (lo s‚), a que alguien me acuse de patriotero. Y aunque yo sea de aquellos a quienes desagrada la mezcla de la nacion con el deporte, en este caso acepto todos los riesgos y las potenciales sanciones.
Digamos que mi memoria es el salvoconducto para volver el tiempo al lugar cristalino del cual no debio moverse, porque era el exacto sitio en que merec¡a detenerse para siempre, por lo menos para el fútbol, para ‚l y para m¡. Porque la vida es as¡, a veces se combina para alumbrar momentos como ‚se. Instantes despu‚s de los cuales nada vuelve a ser como era. Porque no puede. Porque todo ha cambiado demasiado. Porque por la piel y por los ojos nos ha entrado algo de lo cual nunca vamos a lograr desprendernos.
Esa mañana habr  sido como todas. El mediod¡a tambi‚n. Y la tarde arranca, en apariencia, como tantas otras. Una pelota y veintidos tipos. Y otros millones de tipos comi‚ndose los codos delante de la tele, en los puntos m s distantes del planeta. Pero ojo, que esa tarde es distinta. No es un partido. Mejor dicho: no es solo un partido. Hay algo m s. Hay mucha rabia, y mucho dolor, y mucha frustracion acumuladas en todos esos tipos que miran la tele. Son emociones que no nacieron por el fútbol. Nacieron en otro lado. En un sitio mucho m s terrible, mucho m s hostil, mucho m s irrevocable. Pero a nosotros, a los de ac , no nos cabe otra que contestar en una cancha, porque no tenemos otro sitio, porque somos pocos, porque estamos solos, porque somos pobres. Pero ah¡ est  la cancha, el fútbol, y son ellos o nosotros. Y si somos nosotros el dolor no va a desaparecer, ni la humillacion ha de terminarse. Pero si son ellos. Ay, si son ellos. Si son ellos la humillacion va a ser todav¡a m s grande, m s dolorosa, m s intolerable. Vamos a tener que quedarnos mir ndonos las caras, dici‚ndonos en silencio ®te das cuenta, ni siquiera aqu¡, ni siquiera esto se nos dio a nosotros¯.
As¡ que est n ah¡ los tipos. Los once nuestros y los once de ellos. Es fútbol, pero es mucho m s que fútbol. Porque cuatro años es muy poco tiempo como para que te amaine el dolor y se te apacige la rabia. Por eso no es solo fútbol.
Y con semejantes antecedentes de tarde borrascosa, con semejante prologo de tragedia, va este tipo y se cuelga para siempre del cielo de los nuestros. Porque se planta enfrente de los contrarios y los humilla. Porque los roba. Porque delante de sus ojos los afana. Y aunque sea les devuelve ese afano por el otro, por el m s grande, por el infinitamente m s enorme y ultrajante. Porque aunque nada cambie all  est n ellos, en sus casas y en sus calles, en sus pubs, queri‚ndose comer las pantallas de pura rabia, de pura impotencia de que el tipo salga corriendo mirando de reojito al  rbitro que se compra el paquete y marca el medio.
Hasta ah¡, eso solo ya es historia. Ya parece suficiente. Porque le robaste algo al que te afano primero. Y aunque lo que ‚l te robo te duele m s, vos te regode s porque sab‚s que esto, igual, le duele. Pero hay m s. Aunque uno desde ac  diga bueno, es suficiente, me doy por hecho, hay m s. Porque el tipo adem s de piola es un artista. Es mucho m s que los otros.
Arranca desde el medio, desde su campo, para que no queden dudas de que lo que est  por hacer no lo ha hecho nadie. Y aunque va de azul, va con la bandera. La lleva en una mano, aunque nadie la vea. Empieza a desparramarlos para siempre. Y los va liquidando uno por uno, movi‚ndoseal calor de una música que ellos, pobres giles, no entienden. No sienten la música, pero s¡ sienten un vago escozor, algo que les dice que se les viene la noche. Y el tipo sigue adelante.
Para que empiecen a no poder creerlo. Para que no se lo olviden nunca. Para que all  lejos los tipos dejen la cerveza y cualquier otra cosa que tengan en la mano. Para que se queden con la boca abierta y la expresion de tontos, pensando que no, que no va a suceder, que alguno lo va a parar, que ese morochito vestido de azul y de argentino no va a entrar al  rea con la bola mansita a su merced, que alguien va a hacer algo antes de que le amague al arquero y lo sortee por afuera, de que algo va a pasar para poner en orden la historia y que las cosas sean como Dios y la reina mandan, porque en el fútbol tiene que ser como en la vida, donde los que llevan las de ganar ganan, y los que llevan las de perder pierden. Se miran entre ellos y le piden al de al lado que los despierte de la pesadilla. Pero no hay caso, porque ni siquiera cuando el tipo les regala una fraccion de segundo m s, cuando el tipo aminora el v‚rtigo para quedar de nuevo bien parado de zurdo, ni siquiera entonces van a evitar entrar en la historia como los humillados, los once ingleses despatarrados e incr‚dulos, los millones de ingleses mirando la tele sin querer creer lo que saben que es verdad para siempre, porque ah¡ va la bola a morirse en la red para toda la eternidad, y el tipo va a abrazarse con todos y a levantar los ojos al cielo. Y no s‚ si ‚l lo sabe, pero hace tan bien en mirar al cielo.
Porque el afano estaba bien, pero era poco. Porque el afano de ellos era demasiado grande. As¡ que faltaba humillarlos por las buenas. Inmortalizarlos para cada ocasion en que ese gol volviese a verse una vez y otra vez y para siempre, en cada rincon del mundo. Ellos volviendo a verse una y mil veces hasta el cansancio en las repeticiones incr‚dulas. Ellos pasmados, ellos llegando tarde al cruce, ellos vi‚ndolo todo desde el piso, ellos hundi‚ndose definitivamente en la derrota, en la derrota pequeña y futbolera y absoluta y eterna e inolvidable.
As¡ que señores, lo lamento. Pero no me jodan con que lo mida con la misma vara con la que se supone debo juzgar a los dem s mortales. Porque yo le debo esos dos goles a Inglaterra. Y el único modo que tengo de agradec‚rselo es dejarlo en paz con sus cosas. Porque ya que el tiempo cometio la estupidez de seguir transcurriendo, ya que opto por acumular un monton de presentes vulgares encima de ese presente perfecto, al menos yo debo tener la honestidad de recordarlo para toda la vida. Yo conservo el deber de la memoria.
 

FRAN_10

Idolo
Para Siempre Diego
Los Ratones Paranoicos.

Quisiera ver al Diego para siempre
gambeteando por toda la eternidad
es verdad que el Diego es lo mas grande que hay
es nuestra religion, nuestra identidad
quiero siga jugando para toda la gente

la mejor zurda, no quedan dudas
con su corazon nos dio el triunfo y la gloria
y en el fútbol que es un juego, nunca nada le dio miedo
y a la Argentina as¡, que hizo feliz

Para el pueblo, lo mejor
Diego Armando Marado
Para el pueblo, lo mejor
Diego Armando Marado

Marado, Marado, Marado, Marado
Marado, Marado, Marado, Marado

Quisiera ver al Diego para siempre
gambeteando por toda la eternidad
es verdad que el Diego es lo mas grande que hay
es nuestra religion, nuestra identidad
quiero siga jugando para toda la gente

la mejor zurda, no quedan dudas
con su corazon nos dio el triunfo y la gloria
y la gloria, la gloria, la gloria

Quisiera que Dieguito juegue para siempre
jam s habr  otro igual, ya lo aprend¡

uh, uh, Diego

AMO ESTA CANCION LOCO !!!!
 
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