palermito69
Estrella
Un 20 de octubre de 1976, Argentinos Juniors recibía al poderoso Talleres de Galván, Oviedo, Valencia y Ludueña, entre otros. El "Bicho" perdía 1 a 0, cuando el técnico Juan Carlos Montes ordenó: "Vaya, Diego, juegue como usted sabe. Y si puede, tire un caño". Fue entonces que ingresó el "Cebollita" en reemplazo Giacobetti, y si bien no pudo torcer el resultado, tuvo el tiempo necesario como para deleitar a los más de siete mil hinchas con su magia, como un caño a Juan Cabrera
El 20 de octubre de 1976, el estadio de Juan Agustín García y Boyacá iba a ser testigo de un hecho que pasaría a la historia del fútbol argentino y mundial. Es que aquella tarde soleada de primavera, Argentinos Juniors recibía al poderoso Talleres de Córdoba de Luis Galván, Miguel Angel Oviedo, José Valencia y “el Hacha” Luis Ludueña, entre otros; que llegaba con aspiraciones de lograr el campeonato. 7737 personas iban a presenciar el debut oficial de quien luego se convertiría en el mejor jugador del mundo. El árbitro Roberto Maino daba por comenzado el encuentro, y en el banco de suplentes del local se encontraba un pequeño de apenas 15 años esperando su oportunidad de saltar al primero equipo. Sólo 27 minutos fueron necesarios para que la visita se pusiera en ventaja gracias a un cabezazo de Ludueña. Ante esa derrota parcial, el entrenador del “Bicho”, Juan Carlos Montes ordenó: "Vaya, Diego, juegue como usted sabe. Y si puede, tire un caño". Fue entonces que Maradona ingresó en lugar de Rubén Giacobetti, quien con los años recordaría: “Me reemplazó el mejor jugador del mundo. En aquel momento me dio muchísima bronca, pero hoy digo por suerte me tocó a mí”.
Lo cierto es que “Pelusa” no logró torcer el marcador y los de La Paternal terminaron cayendo por 1 a 0. Sin embargo, aquel jovencito con la dorsal número 16, los clásicos botines negros con las tres rayitas, las medias dobladas a la altura de las canilleras y los rulos al viento que pasaban la nuca; comenzaría a deleitar a propios y ajenos con su magia. Es que de aquel partido se recuerda por ejemplo el caño que se animó a propinarle a a Juan Cabrera, quien luego contaría: “Maradona recibió de espaldas y cuando se dio vuelta me lo tiró. Traté de pararlo con mis brazos pero no pude”. También se lució con un disparo en el travesaño al borde del área grande.
“Argentinos quedó sepultado en su incapacidad ofensiva. Ni siquiera la inclusión del sorprendente, habilidoso e inteligente ex cebollita alcanzó para resolver el problema”, recordaba una de las crónicas de la prensa de aquella tarde, en la que hacía su debut “D10S” y comenzaba la leyenda.
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El 20 de octubre de 1976, el estadio de Juan Agustín García y Boyacá iba a ser testigo de un hecho que pasaría a la historia del fútbol argentino y mundial. Es que aquella tarde soleada de primavera, Argentinos Juniors recibía al poderoso Talleres de Córdoba de Luis Galván, Miguel Angel Oviedo, José Valencia y “el Hacha” Luis Ludueña, entre otros; que llegaba con aspiraciones de lograr el campeonato. 7737 personas iban a presenciar el debut oficial de quien luego se convertiría en el mejor jugador del mundo. El árbitro Roberto Maino daba por comenzado el encuentro, y en el banco de suplentes del local se encontraba un pequeño de apenas 15 años esperando su oportunidad de saltar al primero equipo. Sólo 27 minutos fueron necesarios para que la visita se pusiera en ventaja gracias a un cabezazo de Ludueña. Ante esa derrota parcial, el entrenador del “Bicho”, Juan Carlos Montes ordenó: "Vaya, Diego, juegue como usted sabe. Y si puede, tire un caño". Fue entonces que Maradona ingresó en lugar de Rubén Giacobetti, quien con los años recordaría: “Me reemplazó el mejor jugador del mundo. En aquel momento me dio muchísima bronca, pero hoy digo por suerte me tocó a mí”.


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