THAL
Idolo
Editorial de Cabildo - Noviembre/Diciembre 2008
CáRCEL PARA LOS KIRCHNER
De muchos modos -y sin necesidad de las denuncias formales cuanto oportunistas de cierta clase pol¡tica- la sociedad ha ido tomando conciencia de que los kirchner son una banda de ladrones. Y usamos con deliberadas minúsculas el ya luctuoso apellido del duplo gobernante, como quien menciona a un gen‚rico bacilo antes que un respetable patron¡mico, un morbo fatal m s que un gentilicio.
No en el imaginario colectivo, como dicen pedantemente ahora, sino en la cruda realidad de cada d¡a, los sufridos habitantes de esta tierra hemos empezado a constatar que por doquier abunda el fraude y el dolo, la rapiña y la usura, el negocio turbio, la mezcla delictiva de drogas, narcos, traficantes, juegos de azar o culposas valijas. Y que tras estas mixturas de contravenciones múltiples a la ley y a la moral objetiva, asoman ineluctablemente los ejecutores oficiales de la conduccion del Estado. Mencionar hoy a Julio de Vido, Claudio Uberti, Rudy Ulloa Igor, Ricardo Jaime, Cristobal Lopez y L zaro B ez; mencionar acaso a los Fern ndez, a la Miceli, o a Moreno, equivale enunciar otros tantos nombres de kirchner, de los que dir¡a Fray Luis de Leon que, a diferencia de los nombres de Cristo, "mentan las calamidades de nuestros tiempos y el hallar ponzoña antes que medicina y remedio". No suscitan estos nombres el silencio inefable, del que nos habla Dionisio para celebrar la nomenclatura divina, sino el grito de espanto, el vituperio cosmico, la puteada lisa y llana del hombre corriente.
Es que de todas las formas posibles de robar, que sistematizara el Aquinate exponiendo el s‚ptimo mandamiento, ninguna est ausente en esta tiran¡a agobiante. Primero hurtan a escondidas, aprovech ndose del poder que disponen para que, entre la sorpresa y las sombras, se consumen impunemente las esquilmaciones y los despojos. En segundo lugar arrebatan por la fuerza -especialidad de los pr¡ncipes perversos, acota Santo Tom s- toda vez que necesitan ampliar la caja con que financiar su perdurabilidad politica, sin detenerse en ordenar la legalidad positiva con vistas al lucro privado. Terceramente escamotean el salario justo, a la par que los mayores ingresos se los reservan para el redil de los serviles y el aparato oficial. En cuarto lugar, cometen fraude en los negocios, dueños omn¡modos como son de esa "balanza dolosa" de la que habla la Escritura, con una pesa falaz para aprovechamiento del amo. Y en quinto lugar, al fin, roban comprando dignidades, sean temporales o espirituales. Por eso cuentan con la manada de obsecuentes rentados, a quienes cada vergonzosa genuflexion les significa un subsidio, una adulacion, un asiento a la derecha de la dupla proterva, en el que oficiar de bufon y proxeneta.
Roban todo el tiempo y con descaro, cada cual a su turno y con las modalidades que se les antoje conveniente en momento. Roban en lo poco y en lo mucho, nocturnamente y a la luz del d¡a. Roba la chirusita un rango que no posee, cada vez que se hace llamar doctora, roba las cifras el Indec, y roba el decoro y la decencia el ostensible programa gubernamental a favor de la contranatura y de la cultura de la muerte.
Súmese al hurto el homicidio, en varias de sus formas posibles. Porque homicidio es el ab0rt0, cada vez m s oficialmente tolerado, extendido, promovido y justificado. Homicidio es el fruto de la inseguridad social entronizada por el garantismo de estos progresistas irresponsables. Y sabido es que se puede matar con la boca, mediante la calumnia y las acusaciones falsas, siempre presentes en el lenguaje presidencial. Homicidio, sobre todo, es el de los terroristas aposentados honorablemente en el poder, autores directos de cr¡menes horribles, o complices de los mismos, o festejantes y glorificadores de los asesinos marxistas.
Cualquiera sabe que en una situacion normal, los ladrones y los criminales deber¡an estar en la c rcel. En nuestra desdichada patria, en cambio, son las autoridades elegidas por la democracia, bendecida por los obispos, sostenidas por los jueces, incapaces de ordenar la captura de estos malvivientes. Cualquiera sabe asimismo que se necesita un m¡nimo de coherencia para pedir la captura y el castigo de estos reos; por lo que aumenta el oprobio constatar al ramillete de partidocratas ahora denunciantes, que no solo no podr¡an tirar la primera piedra sino el m s liviano de los guijarros.
Entonces, desde algún sitio al que no roce el latrocinio ni el asesinato debe clamarse la c rcel y el castigo ejemplar para el kirchnerismo. Quede dicho desde estas p ginas, y permita Dios, que es el Justo, que semejante clamor se convierta en un hecho.
Antonio Caponnetto
VANGUARDIA
DE LA JUVENTUD NACIONALISTA
RECLAMA
LOS KIRCHNER
A LA CáRCEL
CáRCEL PARA LOS KIRCHNER
De muchos modos -y sin necesidad de las denuncias formales cuanto oportunistas de cierta clase pol¡tica- la sociedad ha ido tomando conciencia de que los kirchner son una banda de ladrones. Y usamos con deliberadas minúsculas el ya luctuoso apellido del duplo gobernante, como quien menciona a un gen‚rico bacilo antes que un respetable patron¡mico, un morbo fatal m s que un gentilicio.
No en el imaginario colectivo, como dicen pedantemente ahora, sino en la cruda realidad de cada d¡a, los sufridos habitantes de esta tierra hemos empezado a constatar que por doquier abunda el fraude y el dolo, la rapiña y la usura, el negocio turbio, la mezcla delictiva de drogas, narcos, traficantes, juegos de azar o culposas valijas. Y que tras estas mixturas de contravenciones múltiples a la ley y a la moral objetiva, asoman ineluctablemente los ejecutores oficiales de la conduccion del Estado. Mencionar hoy a Julio de Vido, Claudio Uberti, Rudy Ulloa Igor, Ricardo Jaime, Cristobal Lopez y L zaro B ez; mencionar acaso a los Fern ndez, a la Miceli, o a Moreno, equivale enunciar otros tantos nombres de kirchner, de los que dir¡a Fray Luis de Leon que, a diferencia de los nombres de Cristo, "mentan las calamidades de nuestros tiempos y el hallar ponzoña antes que medicina y remedio". No suscitan estos nombres el silencio inefable, del que nos habla Dionisio para celebrar la nomenclatura divina, sino el grito de espanto, el vituperio cosmico, la puteada lisa y llana del hombre corriente.
Es que de todas las formas posibles de robar, que sistematizara el Aquinate exponiendo el s‚ptimo mandamiento, ninguna est ausente en esta tiran¡a agobiante. Primero hurtan a escondidas, aprovech ndose del poder que disponen para que, entre la sorpresa y las sombras, se consumen impunemente las esquilmaciones y los despojos. En segundo lugar arrebatan por la fuerza -especialidad de los pr¡ncipes perversos, acota Santo Tom s- toda vez que necesitan ampliar la caja con que financiar su perdurabilidad politica, sin detenerse en ordenar la legalidad positiva con vistas al lucro privado. Terceramente escamotean el salario justo, a la par que los mayores ingresos se los reservan para el redil de los serviles y el aparato oficial. En cuarto lugar, cometen fraude en los negocios, dueños omn¡modos como son de esa "balanza dolosa" de la que habla la Escritura, con una pesa falaz para aprovechamiento del amo. Y en quinto lugar, al fin, roban comprando dignidades, sean temporales o espirituales. Por eso cuentan con la manada de obsecuentes rentados, a quienes cada vergonzosa genuflexion les significa un subsidio, una adulacion, un asiento a la derecha de la dupla proterva, en el que oficiar de bufon y proxeneta.
Roban todo el tiempo y con descaro, cada cual a su turno y con las modalidades que se les antoje conveniente en momento. Roban en lo poco y en lo mucho, nocturnamente y a la luz del d¡a. Roba la chirusita un rango que no posee, cada vez que se hace llamar doctora, roba las cifras el Indec, y roba el decoro y la decencia el ostensible programa gubernamental a favor de la contranatura y de la cultura de la muerte.
Súmese al hurto el homicidio, en varias de sus formas posibles. Porque homicidio es el ab0rt0, cada vez m s oficialmente tolerado, extendido, promovido y justificado. Homicidio es el fruto de la inseguridad social entronizada por el garantismo de estos progresistas irresponsables. Y sabido es que se puede matar con la boca, mediante la calumnia y las acusaciones falsas, siempre presentes en el lenguaje presidencial. Homicidio, sobre todo, es el de los terroristas aposentados honorablemente en el poder, autores directos de cr¡menes horribles, o complices de los mismos, o festejantes y glorificadores de los asesinos marxistas.
Cualquiera sabe que en una situacion normal, los ladrones y los criminales deber¡an estar en la c rcel. En nuestra desdichada patria, en cambio, son las autoridades elegidas por la democracia, bendecida por los obispos, sostenidas por los jueces, incapaces de ordenar la captura de estos malvivientes. Cualquiera sabe asimismo que se necesita un m¡nimo de coherencia para pedir la captura y el castigo de estos reos; por lo que aumenta el oprobio constatar al ramillete de partidocratas ahora denunciantes, que no solo no podr¡an tirar la primera piedra sino el m s liviano de los guijarros.
Entonces, desde algún sitio al que no roce el latrocinio ni el asesinato debe clamarse la c rcel y el castigo ejemplar para el kirchnerismo. Quede dicho desde estas p ginas, y permita Dios, que es el Justo, que semejante clamor se convierta en un hecho.
Antonio Caponnetto
VANGUARDIA
DE LA JUVENTUD NACIONALISTA
RECLAMA
LOS KIRCHNER
A LA CáRCEL