Nunca le cantaron “huevo huevo huevo” aunque todos se reventaban las manos con sus quites quirúrgicos, y difícilmente alguno de aquellos metedores tuviera su perserverancia y su voluntad para volver una y otra vez. Pura jerarquía, lo suyo estuvo siempre más cerca del “ole”. Desde el día en que lo puso el Chino Benítez y mucho más cuando se convirtió en el símbolo del súper ganador Boca de Basile. Gago se va pero queda su estilo, su referencia, la marca inconfundible de los cracks.